Friday, April 22, 2005

Un (1) emilio

I don't care if it hurts, I wanna have control
I want a perfect body, I want a perfect soul
I want you to notice, when I'm not around
You're so fucking special
I wish I was special

But I'm a creep, I'm a weirdo
What the hell am I doing here?
I don't belong here
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From: Hernán
To: Rof
Sent: Thursday, April 21, 2005 3:01 PM
Subject: Pasó hace 15 minutos...


... que venía caminando por Santa Fe, casi llegando a la esquina de Scalabrini Ortiz. Mi mente estaba ocupada en asuntos varios, como los desacuerdos con mi jefe, mis fallas de carácter, cómo solucionar problemas sin escapar, unir nueve puntos con cuatro líneas (abridor de cabezas), formas de manejar la presión, embrollo de prioridades, la cara del azar y en especial la mala suerte.
Pasó además que mientras me acercaba a donde doblaría a la derecha, una promotora, con gorrito y todo, estaba parada en el lugar. Morocha, ojos grandes, y muy bonita de cara (fijate que no digo "partible" sino "bonita", interpretalo bien); me colgué mirándola, como quien pasa por la puerta de una galería de arte y sin pensar en nada contempla alguna obra maestra de buen gusto. Salvo que las pinturas no te regresan la mirada.
Gente cruzando y embotellándose en el quiosco de revistas de por medio, me alejé involuntariamente del curso que me llevaba a interceptarla, sin nunca despegar nuestros ojos. Así y todo se las arregló, ignorando a todos los demás peatones, que supongo también eran potenciales receptores de sus folletos, para alcanzarme antes de la esquina.
Siempre con las miradas firmes, le extendí mi mano y ella hizo lo mismo con la suya, casi como si se fueran a encontrar para un apretón. En ese momento dejé de mirarla, para chequear el folleto, mientras ella me invitó para el día x en la calle y a probar el manejo del auto z, con voz empalagosa y sonrisa inmutable.
Mientras quise decir "¿pero vos vas a estar?", mis labios pronunciaron "gracias", y a la vez que quería idear la manera de saber su nombre, de los ecos de mi inconsciencia se escuchó, desde lejos: "promotora... Rodrigo y Ana".
Entonces quise darme cuenta de dónde estaba, y viendo que había recorrido unos veinte metros de Scalabrini Ortiz, doblé el folleto cuatro veces, ni más ni menos, y lo dejé en el tacho de basura -uno de esos nuevitos. Reconociendo al mismo Hernán de siempre en toda la secuencia, y por lo tanto haciéndome a un lado para que la vida la vivan los que tienen medio frasco de agallas.

Eso quería contarte Rof, que ahora también te uso de excusa para justificar mis debilidades. Hasta capaz lo postee en mi blog.
Un abrazo.
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H.