Wednesday, November 17, 2004

Pata

Y yo pienso
Que ojalá que el asfalto se haga pasto
Porque la gente se inquieta cuando está quieta
Y su mente empieza a pensar
En el agua en el fuego en la casa
En la cuota del cole del nene
Y yo espero
Mientras pienso... (pienso... pienso...)
PRECAUCIÓN: Post negativo adelante.
Si Pitufo Gruñón no era tu preferido de entre los habitantes de la Aldea de los pitufos, o si no te gusta el mate amargo, o si el color negro no te parece el más atractivo de todos, visitá alguno/s de los links de acá a la izquierda que son páginas muy recomendables, y mantenete lejos de lo que sigue.
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Volvía en larga caminata hacia mi casa cuando tuve otro de esos episodios que tanto odio. A pesar de que cuando salgo a patear siempre pienso mucho, en general es para bien, porque me ayuda a meditar y a entenderme un poquito más. Esta vez no fue así, esta vez me empecé a sentir mal, cada vez peor, al punto de creer que no llegaba a destino.
En medio de eso, junté fuerzas y me propuse dilucidar qué era exactamente lo que me estaba tirando para abajo, lo cual me costó, y de a poco algunas cosillas empezaron a aclararse.
Se me ocurre volcar en letras parte de ese trabajo, como forma de probar si sacándolas pierden algo de fuerza. Algunos de mis malestares:
. Los más palpables, los físicos, eran circunstanciales. El dolor de cabeza y de estómago por la borrachera de anoche, mi muela latiendo y pinchando después de la intervención de mi temida dentista minutos antes, la cintura que jodía un poco quién sabe por qué y mi deshidratación no podían durar más que unas horas.
. Lo que más se me aparecía, supongo que por la época del año, estaba relacionado con mis estudios. Haber perdido tanto el interés en lo que justamente considero que es lo que me interesa más que nada, me preocupa en serio. Si estoy seguro de que quiero de una vez por todas terminar la carrera, tomar impulso y meterle garra, así poder en un año tener el título en mis manos -y lo repensé varias veces, no es una crisis vocacional-, ¿por qué diablos tengo este rechazo a sentarme a leer, a tomar un libro para estudiar como corresponde, o más aún, a asistir a las clases de la única materia en la que estoy regular? No estudio nada de nada desde hace un mes, y falté las últimas cuatro o cinco clases. Siento como si no tuviera el control, como si hubiera perdido contra un alter ego que se apoderó de la mayoría de mis funciones vitales y tuvo la saña de dejarme ver todo lo que hace, y lo que no hace, para que además sufra por lo que me robó. Me gustaría que alguien me dijera de dónde sacar la fuerza de voluntad para hacer un mínimo de esfuerzo por mí.
. Obviamente el exceso de anoche también estaba presente. Miles de veces dije que no iba a tomar más, que ya había aprendido que era hacer las cosas mal, y siempre la misma historia. Y es la segunda vez en el mismo mes que no me presento a trabajar por ese motivo. No creo que sea tan grave como una adicción, me considero un bebedor social, lo que igualmente para mí es inaceptable. Más durante la semana, que las responsabilidades son diferentes. De estas mismas consideraciones surgen los dos pensamientos que siguen.
. Tanto hice alarde siempre de que no necesito alcohol para divertirme... llegué a la conclusión de que estoy equivocado. Si voy a un boliche, lo cual no me apasiona, sin alcohol en sangre es un verdadero martirio -incluso el de anoche, en donde mi hermana festejaba su egreso. Causas posibles: mi sensación de que la discoteca no es más que una vidriera nocturna donde ellas y ellos van a mostrarse y buscarse; la música que, por más esfuerzo que haga, no puedo disfrutar; la soledad de estar entre tanta gente que hace lo que yo no quiero hacer. Es la misma historia cada vez. Llego con mis amigos, nos reímos un rato (hasta ahí sin dramas), y luego cada uno por su lado buscando una mujer para 'chamuyar', transar, llevarse, o lo que sea. Comportamientos que yo no estoy dispuesto a imitar, porque no me parece que nada real pueda surgir de tal ambiente. Nada sincero, todo inventado, todo hipocresía; lo que empieza falso sólo puede llevar a algo falso. Así termino, sin compañía de mis queridos, sin bailar, sin nada qué hacer en ese lugar. "¿Qué diablos hago acá, en medio de toda esta gente?", dice la canción, y me identifico. La salida que aparentemente elegí es embriagarme, lo que ayuda porque hace que lo aburrido se sienta divertido, o por lo menos que el tiempo pase más rápido. Nada de qué enorgullecerse.
. Mi conciencia pesa como un yunque. Todavía no decido si eso es bueno o malo, sólo estoy seguro de que no hay escape. Esta mañana, como otra parecida hace días, avisé por teléfono al trabajo que estaba enfermo y que por eso no iba a salir de casa, cuando la verdad era que tenía sueño y un pedo para catorce. Lo único real era que me sentía mal. Y me lleno la boca hablando de la sinceridad, y del valor que le doy a ser honesto y responsable, de lo importante que es tener conciencia de la función de uno en la organización donde se desempeña, y de que una de las pocas cosas que me enoja es la mentira. Si viviera en el siglo XVII, me azotaría yo mismo.
. Esta chica, nuevo personaje en la insignificante historia que es mi vida, trae un sinfín de dudas a mi cabeza; por ella y por mí. Principalmente, me miro con desconfianza por este entusiasmo que trato de frenar y no puedo, porque pongo en juicio sus causas. ¿Es que realmente me gusta y tal vez en un futuro llegue a sentir algo por ella, o es que ya he pasado demasiado tiempo en soledad y estoy tratando de llenar huecos? El compromiso matrimonial de mi ex, que está rebozante de felicidad por estos días (lo que, créase o no, me pone feliz a mí también porque la quiero muchísimo), me trajo cuestionamientos con respecto a mi progreso en lo amoroso desde que rompimos hace más de dos años. ¿Cómo puede ser que, siendo yo quien decidió en ese momento la separación, no haya tenido desde entonces una pareja que me durara más de una semana? Ella pudo salir adelante, probar, fracasar y mejorar, y yo... yo no hice más que esconderme. Me arriesgo a decirlo, porque tengo mis razones; alguna vez dije "te amo" convencido de ello y de que sería por siempre, para un día dejar de sentirlo. Desconfío del amor --si no perdí mi fe en él.
H.

Monday, November 15, 2004

Desordenando ideas

Salgo de este pozo y arranco todo de cero
Y ahora se inclina la balanza y ahora pido yo
Pido que se abra todo porque acá voy de nuevo
Entero o a pedazos pero voy
Analizar de más, analizar a secas... tan tentador como peligroso. Si pisara firme, sin embargo, no sería ningún riesgo. O sea que lo negativo es algo de fondo, la causa, no el síntoma visible. Cada vez que entro en estos pensamientos circulares termino yéndome a dormir del aburrimiento.
Es incontrolable, pasé casi ocho horas en charla amena y distendida, entrando en confianza, derribando idealizaciones, descubriendo nuevos atractivos, buscando miradas y gestos, asimilando latiguillos, derritiéndome en sonrisas. Café + paseo + cena liviana + café + café (sí, abundante bebida negra) = mi viernes a la noche. Claro que el ingrediente principal de la salida fue la conversación. Y eso es lo que me veo analizando hoy.
Muchas cosas lindas. Sentí de nuevo, casi redescubriéndolo, ese segundo de felicidad. Que cualquiera sabe que es una minúscula cosita insignificante no tiene importancia. Cuando dijimos "nos encontramos en una hora", me dejó grabada en la mente su cara --y sus ojos. Y cuando llegó lo noté (y eso que no suelo darme cuenta de los detalles, soy muy distraído y no me fijo en cómo se ven los demás): ella se tomó 5 minutos (o 2 o 1, realmente es lo de menos) para maquillarse antes de encontrarnos. Sí, eso mismo, esa pequeñez, ver que la situación ameritaba para ella tal dedicación, me llenó de alegría fugaz e intensa. Parecerá una boludez, entiendo. Desde mi punto de vista es algo reconfortante.
Y como ese recuerdo, hay infinidad. Repito, ¡casi ocho horas! Desde las 8 y media de la noche hasta las 4 de la mañana. A esta altura hasta ya me olvidé de algunos momentos, lamentablemente.
Pero también estuvieron las revelaciones. Entre otras, un ex -reciente- que solía acosarla, y un hábito que no estoy dispuesto a aceptar (el tabaco). O también podría ver el lado positivo: que me haya contado tanto sobre él tal vez quiera decir que no le importa, ya que no necesita ocultármelo; que haya fumado sólo tres puchos en tanto tiempo puede significar que de hecho está intentando dejar el vicio. O por otro lado podría parar de pensar estupideces y quedarme con que las horas se me fueron volando, por lo bien que me sentí pasando un tiempo en su compañía, y que tengo ganas de volver a verla. Y que ya planeamos dos salidas más.
ACTUALIZACIÓN (03:30 am)
Acabo de pasar más de tres horas charlando con ella vía MSN. Sin dar detalles, baste contar que las dos salidas pendientes se conviertiron en cuatro. Cuando me retiraba a mi cama, me dijo "no te vayas". Yo me quedé... ¿Caí en la red?
H.

Wednesday, November 10, 2004

Arena siempre corriendo

When you're talking to yourself
And nobody's home
You can fool yourself
You came in this world alone
(Alone)

[...]

Young at heart and it gets so hard to wait
When no one I know can seem to help me now
Old at heart but I mustn't hesitate
If I'm to find my way out

Still talking to myself and nobody's home
(Alone)

[...]

'Cause I see the storm getting closer
And the waves they get so high
Seems everything we've ever known's here
Why must it drift away and die
Minutos atrás me dediqué a pasar más de media hora en la ducha. Hace tiempo que no sentía esa necesidad, quedarme abajo de la lluvia tratando de relajarme, de que lo que molesta se lave, como si fuera mugre, como si estuviera afuera. Incluso sabiendo que ningún jabón puede lograrlo; es muy ingenuo pensar que cosas así se pueden disolver con algo tan simple como el agua.
Un día como hoy hace un año era lunes. Había sol, nada que ver con el tiempo repugnante que tuvo esta puta ciudad esta vez. Pero no estaba en una plaza o al aire libre. Un día como hoy hace un año estaba en el funeral de quien en vida fuera mi abuelo, sobre quien ya escribí antes. También de aquel día tuve cosas que decir.
Ayer pensaba que no debería odiar tanto al calendario; que después de todo, hoy no es más que una fecha, y no voy a extrañarlo más o menos porque hayan pasado 365 días o dos décadas. Pensaba y me convencía. Como de costumbre, la convicción que tanto me costó me duró muy poco. Sí, solamente es un número, una unidad de medida (tiempo), juro que lo entiendo... pero me pegó igual, no lo pude evitar.
Y no sabía si llamar a mi abuela (su esposa), o a mis tías o a mi viejo (sus hijos). ¿Para decir qué? ¿"Lo lamento"? Eso se usa tanto, y no me agrada. ¿Decirles cuánto mal me hace saber que ya no está, ni para ellos ni para mí? ¿Y lograr qué? Traer más tristeza, creo. Así y todo estoy inquieto, ergo mi blog recibe otro post con tintes de bajón.
Cambiando de tema (mi especialidad: la evasión), decía -hace un par de semanas- que dudaba de mis agallas, y que seguramente no iba a animarme. Pasó de esa manera, y para mal, con noche de penas ahogadas en alcohol y todo. El sábado posterior, resaca mediante, sirvió para meditar (a la fuerza).
Tanto que el viernes siguiente le dí una vuelta de tuerca a mi tan previsible historia. El resultado, que hasta ahora me tiene satisfecho, es una cita al cine para este viernes a la noche. Trato de no pensar en ellas (la citada y la noche), y dejar que las cosas se den con la mayor naturalidad posible. Cuanto más planes se me ocurran, más posibilidades hay de que se frustren. Mi intención entonces es lograr que, si no hay detalles muy definidos, toda sorpresa sea bienvenida.
Por otro lado, tengo mucho guardado y es muy fácil que deposite más esperanzas de las que debería en un evento así. Eso hace alta la probabilidad de que si no resulta, al final sea todo más negativo que placentero. No voy a inflar tanto este asunto, o por lo menos hasta que lo haya vivido.
Ah, mi psicólogo tiene a estudio tres impresiones de este blog, correspondientes a tres días que yo elegí para ayudar con mi terapia. Si no vuelvo a escribir es porque me dejó internado, chaleco de fuerza y papilla, todo incluido en la estadía.
H.