(extracto)
Al grano: lo que quiero es que estés feliz. Me imagino no sé por qué dándote un abrazo, con fuerza, y diciendo esas mismas palabras a tu oído, de modo que se perciba mi sinceridad.
Supongo que todo responde a mi bendita concepción acerca de qué implica sentir cariño por otro. Porque querer a alguien es, en esencia, desear su felicidad.
[Tres 'ay' para Sócrates, salpicando desde antaño mis rústicas ideas.]
No es por una noción retorcida de deuda, bajo ningún punto de vista. No es por limpiar mi conciencia; muy por el contrario, soy siempre el primero en repetir a todos que no supe hacerte bien.
Tampoco por nostalgia, ni por un falso altruismo, y menos por mi egoísmo desmesurado.
Entonces, es por la pura intención de que tu sonrisa, aunque yo no la vea (lo cual está bien), ilumine tus días --todos y cada uno de ellos, sin falta.
Es por simple afecto, del lindo y sano.
No digo esto para tirar un anzuelo y ver si se reanuda el contacto. Este es mi monólogo volcado a letras, simplemente...
Repito: que seas feliz.
Con quien sea que estés, como sea que estés, donde sea que estés.